martes, 29 de septiembre de 2009

“Los límites, una construcción desde la primera infancia”


El niño que ingresa al Jardín de Infantes trae consigo experiencias significativas del entorno familiar, así se podrá reconocer en cada niño una individualidad diferente a la cual podemos denominar “singularidad”.Desde esta perspectiva, los niños construyen su subjetividad a partir de los primeros vínculos; y es por ello que la adquisición de los límites, debe remitirse y pensarse como un proceso construcción vincular.Los limites se transmiten “con la leche templada y en cada canción”Los límites nos marcan a todos, por el solo hecho de estar inmersos en la cultura y se nos transmiten de manera implícita, tal como dice Serrat “con la leche templada y en cada canción”.Cuando un niño aprende a hablar, también esta aprendiendo a respetar límites, ya que la adquisición del lenguaje implica la aceptación de códigos y reglas. Con el lenguaje el ser humano ingresa en una legalidad que lo trasciende, se reconoce como parte y heredero de un orden cultural.Es a partir del nacimiento, que el bebé se separa físicamente de la madre. Este es un hecho biológico, concreto y observable, pero que no coincide con la separación en el terreno psicológico y emocional, que se desarrollará paulatinamente. De hecho, el bebé no se reconoce como un ser separado de su madre, sólo en un estado de unicidad con ella.Estos primeros límites que se establecen entre la madre y el bebé, serán el comienzo de un largo proceso de individuación y crecimiento.De una dependencia absoluta, la mamá variará la intensidad de su oferta, pasando a una dependencia relativa.La figura materna, como eje del sostén físico del niño, contendrá sensaciones y le servirá para construir un límite exterior. Definir un contorno, un límite, así desde el contacto piel a piel, la mirada y la voz; le permiten una mayor organización interna.La mirada, ofrece un espejo a partir donde el bebé se encuentra “veo y existo”Es de fundamental importancia, que los tiempos de separación del bebé sean graduales, es decir: luego del primer tiempo de dependencia absoluta (ilusión); la madre desilusiona, en tanto primer espacio de separación. (1)*Spitz ha estudiado el papel de la frustración durante el transcurso del primer año de vida. En este sentido, es importante que el bebé transite experiencias de placer y displacer para que se vuelva activo con el mundo.Frente a la distancia con su madre, intentará anticipar su llegada y eso le posibilitará esperarla. Por ejemplo: así podemos observar la conducta del bebé, que succiona su dedo pulgar en el intento de calmar su angustia. De este modo, encuentra una satisfacción que le permite sustituir la presencia materna. Esta posibilidad de espera y frustración habilita la búsqueda de satisfacción encontrando un placer más ajustado a la realidad.
La aceptación de un límite implica pues la capacidad para tolerar la frustración que significa postergar el deseo, o bien desplazarlo, para buscar una satisfacción socialmente permitida.En un segundo momento la función materna es desilusionar al bebé frente a su retiro. La desilusión habilita el comienzo de la actividad mental, ya que al diferenciarse de su madre, es posible de ser pensada, lo que constituye el comienzo de la actividad mental.La tolerancia, la espera y la frustración, construidas en el espacio con la madre; facilita: la capacidad de estar a solas, la creatividad y la exploración del mundo.Los adultos (padres y maestros) se sienten culpables de no poder responder a todas las demandas de los niños, sin embargo este hecho favorece una mejor percepción de la realidad.Otro concepto importante, que caracteriza los primeros años, es el de andamiaje. *(2)Bruner.A modo de una metáfora, tiene que ver con un tipo de ayuda y de guía que el adulto presta al niño que esta aprendiendo, en carácter transitorio. Se dirige a sostener y acompañar al niño, en aquellos aspectos que aún no domina. De esta manera, el padre funciona como una especie de andamio, del cual se puede tomar el niño y luego de afrontar la tarea el andamio se retira.La función de andamiaje favorece el aprendizaje cuando se desempeña en función de las dificultades del niño.Los adultos facilitan el control de los niños pequeños sobre sus actos, del mismo modo que los estimula a incorporar normas y valores.La estructura familiar cumple con la doble función de protegerlo frente a las exigencias del medio, y a la vez abrir nuevos caminos para las nuevas relaciones.Los niños no internalizan la norma en forma inmediata ni mecánica; sino a través de un proceso de reinterpretación y reconstrucción.Para que el niño empiece a gobernar sus actos debe haber desarrollado ciertas capacidades tales como: el desarrollo del lenguaje y el razonamiento, la capacidad de descentrarse, la comprensión de las relaciones causa efecto, etc. Estas adquisiciones no obstante son inestables y muchas veces ceden frente a estados de tensión, cansancio, enojo. “Cuanto más conocemos del desarrollo intelectual, psicológico y físico del niño, más sabremos sobre lo que es el desarrollo apropiado, y mejor será nuestra comprensión.”La idea es entender cómo se desarrolla el vínculo temprano y qué necesita un niño pequeño para crecer saludablemente.Por ejemplo a partir del segundo año de vida el niño experimenta una gran necesidad de estar en movimiento y explorar los objetos. Es necesario crear un ambiente favorable que no inhiba su necesidad de estar activo. Si estas condiciones de seguridad no se han previsto, se estará limitando aquello que es parte del desarrollo normal.Es por eso que resulta importante ajustar nuestras expectativas al nivel madurativo del niño. Tiene sentido poner límites a las conductas que son normales del desarrollo?Entonces… Podríamos volver a preguntarnos, qué significa que un niño se porte mal???…

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